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CONOZCAMOS NUESTRA COMUNIDAD: Los comedores de El Coacoyul

Desde hace algunos años que quizá ya sean decenas, en la comunidad de El Coacoyul se ha distinguido por varios establecimientos dedicados al expendio de comida regional, lugares que fundamentalmente, los habitantes de Zihuatanejo, suelen visitar con cierta frecuencia, sobre todo los jueves de pozole y los domingos para disfrutan de un buen y fuerte desayuno.

Haremos una reseña de cuatro de esos negocios: RESTAURANTE DOÑA CELIA, POZOLERÍA “EL PROFE”, RESTAURANTE “YOSY” y Restaurante “Pollocoa”, el orden de presentación de ellos no indica de alguna manera supremacía de uno respecto de otros, ya que todos son excelentes en su género. Cabe decir también que en esa población funciona y bastante bien, un comedor comunitario con apoyo oficial y de personas de la comunidad

Empezaremos con la historia de DOÑA CELIA SOLÍS NÚÑEZ, quien es originaria de El Coacoyul, donde nació el 9 de diciembre de 1942, fueron sus padres Felipe Solís Bailón y Ascensión Núñez Pérez, tuvo 3 hermanos: Andrés Calderón Núñez, María Delia y Adrián Solís Núñez, todos finados. De niña, Doña Celia fue a la escuela sólo un año, por lo cual su escritura y lectura son muy deficientes; siendo aún muy pequeña, ayudaba a su madre a la matanza de animales y expendio de carnes y comida preparada y aprendió el oficio, lo cual era necesario realizar ya que su padre murió cuando ella contaba con 7 años de edad. Sería el año de 1961 cuando se casó con el Sr. Rafael Torres Quintana con quien todavía continúa unida. Doña Celia procreó 8 hijos de los cuales sólo llegaron a mayores cinco de ellos, tiene 15 nietos y 3 bisnietos. Ella y su esposo se han preocupado por formar una familia de gente decente y trabajadora, tienen una hija que estudió para contadora, Blanca Azucena, otro de sus hijos Antonio Rafael ha sido Comisario Municipal, le enorgullece el tener nietos profesionistas, así, uno es doctor, otro ingeniero y una licenciada en administración y algunos otros se están preparando en las universidades.

Como ya nos lo ha dicho, doña Celia desde siempre ha elaborado comidas para vender, empezó ya con un lugar establecido, aquí en su domicilio particular, ubicado en el centro de El Coacoyul, utilizando una chimenea y una mesa con unas cuantas sillas, esto ocurrió allá en los primeros meses del año de 1989 y poco a poco fue teniendo auge y decidió junto con su esposo y sus hijos sólo abrir el negocio los domingos desde temprana hora y hasta como a las tres de la tarde. Para prestar el servicio en su restaurante, doña Celia cuenta con el apoyo de sus hijos, yernos, nueras y sobrinos, todos en total suman 18 personas: 6 meseros, 7 cocineras, dos en el servicio de café, aguas frescas y refrescos. El menú del restaurante es bastante variado: huevos al gusto, quesadillas, sopes y enmoladas y por supuesto los tradicionales platillos de la región como son: pancita, carne de puerco, lengua de res, aporreadillo, barbacoa, chanfaina y caldo de chivo y el riquísimo mole con pollo, todos los platillos acompañados de tortillas hechas a mano. También se venden dulces regionales como cocadas, gorditas de harina, tecoyotas, entre otros y pan recién horneado. Para la preparación de sus productos existen estufas, chimeneas y un gran horno también de barro para la elaboración de barbacoa y pan dulce.

En el restaurante de doña Celia es común encontrar a vecinos de Zihuatanejo que domingo a domingo van a desayunar en ese lugar, también lo visitan asiduamente un grupo de norteamericanos, como las Sras. Elizabeth Williams y Nancy Lewis, acompañadas de residentes y visitantes provenientes del extranjero, casi todos ellos disfrutan siempre del pollo con mole.

El negocio de la familia de doña Celia no se conforma con el éxito hasta ahora obtenido y así, frente a su restaurante, hace un par de años establecieron una cafetería y en ese mismo lugar, los domingos la propia doña Celia expende la comida regional en servicio para llevar a sus domicilios y nos dice nuestra entrevistada que se mantendrá en el negocio hasta que ya de plano no pueda trabajar.

Doña Celia nos platica que ha sido de buena salud, aunque la han operado dos veces, de las que se recuperó muy bien, no tiene azúcar, su presión arterial es de una persona joven, el colesterol no es su problema, pero le gusta de comer antojos como el chicharrón tronador.

En este tenor, nos contó que sus comidas favoritas son: carne de puerco, chanfaina de chivo, pollo de rancho y el pescado, las verduras muy poco. De distracciones le gustaba ver jugar futbol en la cancha de El Coacoyul, sobre todo cuando jugaba el famoso “Chirrisqui” que es su esposo y era bueno como defensa izquierdo, en esas ocasiones aprovechaba para vender aguas frescas, aún que la verdad, nos dice, más iba por vender sus aguas que por ver como se daban de patadas los jugadores en la cancha. No le gusta el cine y la televisión muy poco. Se acostumbra dormir a las diez de la noche y se despierta como a las cinco de la mañana y aunque no se levanta luego luego, sí se pone a platicar con su marido. Se declara creyente, aunque no es de las que asisten a misa cada domingo, sólo cuando puede. Le gusta salir de paseo, cuando su hija Chena vivió en Cancún, la visitó cuatro veces y con su hijo “Prieti” (Rafael) ha ido de paseo a Morelia y otros lugares de esa zona.

Nos comentan doña Celia y su esposo que en su negocio reciben a todo mundo, sin importar condición económica y política, ellos siempre votan en las elecciones para cargos públicos, aunque, me dicen, casi nunca le han atinado al bueno, ya que excepto Amador Campos, los demás presidentes municipales les han fallado, pues no han hecho mucho por el pueblo (debo aclarar que mis entrevistados se sorprendieron cuando supieron que Amador era mi hermano). Doña Celia nos dice que se siente contenta con la vida que ha llevado, le parece que sus vecinos la aprecian y respetan, con nadie se mete en problemas y aún personas de fuera del pueblo la conocen y la mandan saludar y recomiendan su restaurante como un buen lugar para desayunar comida de la región.

Nos despedimos de doña Celia y su esposo, recorriendo su negocio, tomándonos unas fotografías y quedando invitados a venir un domingo a disfrutan uno o varios de los platillos que ahí preparan, invitación que seguro aceptaré, ya que como decía un amigo de mis papá: desairar una invitación a comer en épocas de necesidad, es como ofender al eterno.

RODRIGO CAMPOS ABURTO
CRONISTA DEL MUNICIPIO DE ZIHUATANEJO DE AZUETA, GRO.
Rocabur1949@hotmail.com Cel. (755)5571049.

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