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La lucha de los pescadores de zihuatanejo

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Con un cúmulo de sentimientos encontrados, los pescadores de Zihuatanejo van del estupor a la tristeza, del desaliento a la esperanza y del hartazgo a la decisión generalizada de defender lo que por decenios ha sido su puerto, su varadero y su nido laboral y social. La reunión de información había terminado; en ella, Florentino Zavala Clímaco, viejo luchador social y ahora Presidente de las organizaciones pesqueras, había advertido a los hombres del mar que una nueva amenaza gubernamental se cierne sobre las instalaciones de los lancheros, un ultimátum por parte de las autoridades en turno, que les dan plazos para que abandonen y desalojen el espacio de la playa Principal, sin revelar con claridad cuáles son los fines ciertos, tras estas medidas.

Quedaron muy atrás y probablemente olvidadas, las promesas de campaña de los gobiernos municipales y estatales, de velar por sus beneficios, de defender hasta con la vida el terreno que la ley de la costumbre les ha concedido, ahora, ya no quieren saber de sus necesidades y mucho menos entrevistarse con ellos como cuando los buscaban para ganar su voto, aunque fuera a horas poco usuales, en este momento los planes son otros y ellos no están dentro de ese programa, salvo para que despejen el área bajo la anémica observación de que no es atractiva la vista de su instrumentación pesquera y que están muy sucios los rincones del espacio laboral.

 Pero que más que sus voces para testificar su servicio a la comunidad:

“Yo llegué a trabajar a esta playa, allá por 1948, entonces sólo la familia de los Soto estaban aquí, ellos venían de Agua de Correa y cuando se regresaban con su pesca utilizaban unas lámparas y se iban muy tarde hasta la Correa.

Con el tiempo, muchas familias de la Noria nos metimos a este trabajo, atarrayando para sacar la comida del día y vender el pescado sobrante, que en ese tiempo había animalero y regalábamos los jureles y dejábamos por ahí el pez vela. Hasta que el Capitán de Puerto, en ese entonces, Jorge Bustos Aldana, nos indicó que ya no se permitía atarrayar en el muelle porque ahí se quedaban las escamas y las vísceras de los animales.

Entonces yo me fui a la casa de Toñita Gómez a comprar un cuaderno y anotar a todos los que aquí trabajábamos, y le dijimos:

   -¡No nos negamos a lo que nos ordenó, pero ayúdenos a tener un pedazo de playa porque ni modo que la panga nos la llevemos y la traigamos de la casa!

   A lo que el Capi contestó:

   -¡Tomen el embarcadero viejo, de enfrente de la bodega vieja hasta la capitanía, ese pedazo va a ser para ustedes y si alguna vez quieren alguna referencia, yo puedo ir a darla!

Y así fue como desde ahí siempre limpiábamos la playa. El presidente de la cooperativa de pescadores era Benito Lara, que nos dijo que entre más cooperativas hubiera era mejor, porque habría más apoyo del gobierno.

Así nos organizamos en la agrupación de atarrayeros solidarios en la que participaron: Tacho Martínez, Santiago León, Fermín López, Domingo Vargas, Tacho Nogueda, Marcial, Habana Jiménez “El nevero, entre otros. Y desde hace veinticinco años tenemos el protocolo de la cooperativa, siendo su primera mesa: Tibe, Santiago Girón y Gildardo, que iniciaron los trámites en la ciudad de México aunque ya no se le dio seguimiento por cuestiones de distancia y burocracia”.

En ese tiempo, Mingo Vargas fue el que hizo la primer atarraya que fue de hilo y nos enseñó a tejer ya remendar; después vivieron las de “nayla”, de tres, cinco y hasta de siete metros.

De esta forma recuerdan su organización don Porfirio Blanco Torres, Pedro Álvarez Valdovinos, Francisco Peñaloza Mata y Jacinto García Hernández, todos pescadores desde la década de los 50’s y 60’s que han heredado a sus hijos el arte de la pesca, como medio de subsistencia y que con todo el corazón defienden el derecho de permanecer donde la costumbre los ha visto vivir.

Desde ahí autoridades vienen y van; en tiempos de campaña les ofrecen el respeto y los apoyos para mantener su trabajo y la comodidad de varar en la playa Principal, ahí de donde “Cheque” Cisneros sacó la canción “Cerca del mar”, adónde han visto crecer a sus hijos, enseñarlos a ganarse la vida y a divertirse entre sus mansas y cadenciosas olas.

“Ahí adelante se ponían los juegos mecánicos y doña Ruperta ponía una fonda; allí vivían las señoritas Romero, enfrente de la casa de don Salvador Espino, al que siempre obedecíamos porque todo el tiempo quiso el bien para Zihuatanejo. Para allá eran huizacheras, por el corral de don Tacho Castro hasta que los ejidatarios vendieron y volvimos a pedir un pedazo de playa para varar los pangos de madera; para esto nos fuimos una comisión a Chilpancingo de siete compañeros y allá el secretario del gobernador nos dijo:

-¡No se preocupen, no se van a salir, nadie los va a sacar porque ustedes le dan de comer al pueblo y el pueblo los mantiene, así viven todos, por eso ningún gobierno los debe sacar de la playa!

-¡Y nos venimos confiados, hasta la fecha. . .!

En esa esperanza están los pescadores, desde que llenaban por completo sus redes con roncos, robalos, lizas, pargos, mojarras y camarón blanco barba roja, principalmente, y encontraban almejas blancas, coloradas y prietas, para la botana.

“Yo fui a buscar mercado a Atoyac y a Coyuca; del Ciruelar venía una señora a la que le entregábamos tres toneladas diarias y de Acapulco otro señor, con otro tanto” dice el Sr. Blanco, con verdadero orgullo, reafirmando: “… ponía a vender a mis hijos para que vieran de dónde sacaba los centavos para mantenerlos y no dijeran que andaba por otro lado. Atravesábamos buceando hasta las piedras, a medio trecho hay una lodazera donde se da el camarón blanco, para acá hay un pedregal, como piedra de río, que sabe dios en que época la echarían, nosotros sabemos porque ahí se atoraba la atarraya y había que meterse para desatorarla”.

Ahora acaban de recibir una nueva advertencia: es hora de que retiren sus embarcaciones e instrumentos de pesca de la playa Principal “porque afean el paisaje y está muy sucio”.

Pero casi podemos asegurar que atrás de esta medida se encuentran intereses particulares muy influyentes y poderosos, porque a los pescadores les imponen multas de hasta dieciséis mil pesos por faltas menores y a los órganos gubernamentales y a las compañías particulares que han dañado el medio ambiente de manera irreversible, ni los supervisan y menos los infraccionan por la alteración del ambiente, como ha sucedido con las plantas tratadoras de agua que extinguieron la vida animal y vegetal de las Salinas y el espigón que pulverizó la playa del Almacén, bajo las siguientes consecuencias como lo cita el viejo pescador:

“Los líquidos que sueltan de la tratadora de aguas ha envenenado a los peces ya que cuantas veces hemos visto a los animales morirse envenenados y eso antes no pasaba en las Salinas; luego hicieron el espigón que no permite la salida natural de las aguas haciendo sólo un remolino que llena de basura, lodo y porquería a la bahía, que hace que todo el pescado se muera y que se pierda el marisco. Ahora hay que salir bien lejos para traer el pescado. En vez de quitar los contaminantes y preferir a los que alimentamos al pueblo, ahora nos quieren correr y para donde… el mar es del pueblo y no se puede vender“.

Así se expresan las personas que se sienten agredidas, acosadas y faltas de apoyo; una vez más son amenazadas, en vez de ser apoyadas, por enésima ocasión son abandonadas a su suerte, en lugar de comprender su servicio, de atenderlos como ciudadanos que son en un sistema republicano donde emiten su voto para erigir sus autoridades y éstas se olvidan de las promesas que con marcado acento, expresaron de cumplir y hacer cumplir los puntos constitucionales para el bien común.

¿Y la SEMARNAT?… no, mejor con minúsculas… semarnat… para hacer referencia de sus funciones y resultados…¿y la profepa? bien gracias, y no nos referimos a las minúsculas oficinas y directivos locales que no dan para más, puesto que “a ojos vistos”, está claro que las disposiciones son un tráfico de influencias muy agudos y desde altas esferas estatales y/o federales, pero aun así, ¿qué pasa con el gobierno municipal?

Se acaba de anunciar con pompa y autosuficiencia el destino de millones de pesos para la industria pesquera a nivel nacional; ¿por qué en lugar de subsidiar a las organizaciones pesqueras locales, éstas reciben agresiones, amenazas e intentos de desalojos? ¿Por qué en vez de fortalecer estas actividades en bien de la población, se les despoja de estos beneficios? Vaya usted muy temprano a la playa principal y por $15.00 o $ 20.00 pesos alimenta rica y sanamente a toda la familia con un producto pesquero fresco, nutritivo y barato como lo expresa Benjamín Cadena Bustos:

“Salimos a las cinco o seis de la tarde, nomás en lo que llega el hielo; regresamos a las seis o siete de la mañana y exponemos nuestra pesca al público consumidor tanto nativos como visitantes, aparte de los riesgos del mar abaratamos los productos y ni así comprenden nuestra labor. Claro, tenemos algunos defectos y fallas, pero si se fijan, nuestro espacio está siempre bien limpio, barren hasta tres veces al día y, aun así, nos quieren desalojar en vez de apoyarnos con cajones de concreto, con plantas de ornato y préstamos blandos; todos pintaríamos nuestros cajones de un solo color y para comprar y mantener nuestras embarcaciones, pero bueno defenderemos lo que es nuestro y de nuestros hijos.”

Las autoridades pretenden pulverizar los derechos de los trabajadores; lo único que se les ocurre y quieren es poner al mejor postor los recursos naturales mexicanos, sin buscar mejores respuestas que solucionen permanentemente a los que menos tienen.

Y aquí estamos, listos para iniciar la defensa de la tradición, de preservar el espacio de la playa Principal para los pescadores, por la fuerza de la razón, de la costumbre y de la Constitución Mexicana; no se tienen que privatizar las costas, aguas e instalaciones naturales, acrecentando la injusticia social y el enriquecimiento de unos cuantos para el perjuicio y el abaratamiento de la mano de obra, en éste abandono social; no tan sólo defenderemos el derecho humano de los hombres del mar sino también la preservación del ambiente y el futuro de nuestros hijos. Hoy por los pescadores de Zihuatanejo, mañana… tal vez, por nosotros. Así sea.

Por Raul Román

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