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El Sismo del Viernes Santo en 2014 que sacudió a Guerrero

Crónica por:

Rogelio CENDEJAS
La mañana del viernes del 18 de abril del 2014 la tierra se estremeció en un sismo de 7.2 grados en la escala de Richter, con epicentro al sur del municipio de Petatlán. Era viernes Santo. El destino turístico de Ixtapa – Zihuatanejo se encontraba con una excelente ocupación hotelera que disfrutaba de las vacaciones de Semana Santa.

A las 9:00 De la mañana el movimiento en el puerto de Zihuatanejo comenzaba a ser mayor, en cuanto a que miles de turistas comenzaban a abarrotar las fondas, restaurantes que lucían semi llenos con gente sin camisa y con bermudas coloridas y las típicas sandalias “de para de gallo”, mujeres y hombres con lentes oscuros disimulando la desvelada eufórica de la noche anterior y que ahora buscaban con urgencia algo de almorzar y quizá una cervecita para menguar la resaca y retomar fuerzas para disfrutar del día Mayor de la Semana Santa, bajo el Sol en las diferentes playas tanto de Ixtapa como de Zihuatanejo.

Los comerciantes, transportistas, turisteros, y prestadores de cualquier tipo de servicio, ya veían un tanto remunerada su economía, al haber señalado días antes que se esperaba una gran afluencia de turistas de muchos estados del territorio nacional.

En los hoteles de Ixtapa, los huéspedes ya hacían filas en los restaurantes para disfrutar del bufete y otros aún dormían o se duchaban también con las intenciones de pasar el día de la mejor forma, quizá en la alberca, el mar o atreviéndose a subirse al paracaídas o la banana. El ambiente era ajetreado tanto para la gente local como para los visitantes.
Veintisiete minutos después de las nueve de la mañana la tierra se cimbró. Comenzó en baja magnitud el sismo, pero en cuestión de segundos la sacudida aumentó de tal forma que era evidente ver los vehículos estacionados moviéndose de un lado a otro, los árboles, palmas y los postes de luz algunos se cayeron otros generaron cortos y fallas en transformadores que dejaron sin luz al destino turístico.

En Ixtapa, cientos de turistas, familias enteras salían despavoridos hacia las jardineras de la avenida principal, la mayoría salieron casi solo con lo necesario para cubrirse, se arremolinaban en las escaleras de hoteles como el Barceló y el Sunscape que sufrieron fracturas en sus muros y el desprendimiento de láminas, plafones y desperfectos en sus líneas eléctricas.

Ante la escasa capacidad inmediata para atender una emergencia de tal magnitud, no se daban abasto las ambulancias y paramédicos para atender las crisis nerviosas principalmente de mujeres que se cubrían el sol de las diez de la mañana, la mayoría sentadas en el camellón del Paseo de Ixtapa hasta donde las empleadas de los hoteles salían con charolas con decenas de botellas de agua, fruta y pan para entregarlo de forma indiscriminada a los huéspedes de todas las edades que al reponerse del susto, querían a toda costa reingresar a sus habitaciones para sacar sus pertenencias y regresar a sus lugares de origen.

La negativa del personal de seguridad para dar paso libre a los huéspedes a sus habitaciones así como daños que también sufrieron vehículos en los estacionamientos género tensión, aunado a que por casi dos horas se interrumpió la señal de internet y de telefonía celular. Aún así los turistas que un día anterior llegaron para disfrutar del fin de semana Mayor, cómo pudieron sacaron sus maletas y abandonaron los hoteles con la preocupación de algunos, errónea, por supuesto, de un posible tsunami o las réplicas que sí ocurrieron, además de muchos que ante el miedo de que se “saliera el mar”, se fueron a estacionar en sus vehículos al mirador de Ixtapa.

En Zihuatanejo, la histeria no fue menor, hubo derrumbes de tejabanes, grietas en viviendas y fue el último golpe que afectó la endeble y débil estructura del Muelle Principal. Al igual que en Ixtapa, turistas decidieron irse del destino por el temor de sus familias y de las posibles réplicas.

El lugar del epicentro, Petatlan, la afectación más severa la recibió la Parroquia de San Pedro, donde se encuentra la imagen del Padre Jesús, misma que sufrió fracturas en sus torres y en los muros laterales y fachada, lo cual impidió que se efectuarán misas durante semanas, hasta su rehabilitación, parte en la que tuvo qué ver el entonces Gobernador, Ángel Aguirre Rivero, quien donó un millón de pesos para su reconstrucción.

Sin embargo, las viviendas que resultaron afectadas, alrededor de cien no recibieron totalmente apoyo prometido por las instancias Federales como Sedesol y la Sedatu, la mayoría fueron derrumbadas o reconstruidas con recursos propios de los dueños y otras hasta hoy permanecen con los daños aún evidentes en su estructura y aún así continúan siendo habitadas.

Hace casi siete años, a las 9:27 de la mañana, ocurrió el sismo de 7.2 grados en la escala de Richter, con epicentro a varios kilómetros al sur de Petatlán. Los daños siguen aún hoy porque hubo sectores como las escuelas donde aún hasta hoy no se termina de cumplir con los compromisos de apoyo con lo cual quedó de manifiesto por un lado el siempre presente espíritu solidario de la gente y por el otro el también siempre lento y burocrático actuar de las autoridades en este tipo de desastres.

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